Probablemente ya sepa que la fructosa – el azúcar que se encuentra en todo, desde el jarabe de maíz de alta fructosa y jugo de frutas, hasta el jarabe de agave y miel – es dañina cuando se consume en exceso – que es exactamente lo que hacen muchos (de no ser que la gran mayoría) de las personas en Estados Unidos.
Sin embargo, podría sorprenderle saber que la fructosa es, en muchas formas, muy similar al alcohol con respecto al daño que puede causarle a su cuerpo.
Así que aunque usted haga ejercicio y se cuide de no consumir bebidas alcohólicas en exceso, podría ser el momento de echarle un vistazo más de cerca a los efectos que son igual de dañinos a los del consumo de sodas, jugo de frutas y otras bebidas, así como a otras bebidas y alimentos endulzados con fructosa.
Las Tres Principales Similitudes Entre la Fructosa y el Alcohol
A diferencia de la glucosa, que puede ser utilizada por prácticamente todas las células de su cuerpo, la fructosa sólo puede ser metabolizada por su hígado, porque su hígado es el único órgano que tiene el transporte para la glucosa.
Dado a que toda la fructosa que entra a su cuerpo se va directamente al hígado y, si usted lleva el tipo de alimentación occidental, entonces probablemente consuma grandes cantidades de fructosa y de ser así termina acumulándose y dañando al hígado de la misma forma en que lo hace el alcohol y otras toxinas. De hecho, la fructosa es prácticamente idéntica al alcohol con respecto al daño metabólico que causa.
De acuerdo con el Dr. Lustig, profesor de pediatría en la División de Endocrinología en la Universidad de California, la fructosa es una toxina hepática crónica que depende de la dosis.” Y al igual que el alcohol, la fructosa se metaboliza directamente en grasa – no energía celular como es el caso de la glucosa.
Él Dr. Lustig publicó un artículo sobre el tema en Journal of the Academy of Nutrition and Dietetics,1 él explica las tres similitudes entre la fructosa y su subproducto de fermentación, el etanol (alcohol):
- El metabolismo del hígado actúa de forma similar con la fructosa y el alcohol, ya que ambos sirven como sustratos para la conversión de carbohidratos en grasa, que promueve la resistencia a la insulina, dislipidemia (niveles anormales de grasa en el torrente sanguíneo) e hígado graso
- La fructosa es sometida a la reacción de Maillard con proteínas, dando lugar a la formación de radicales libres superóxido que pueden causar inflamación hepática similar a la del acetaldehído, un metabolito intermediario del etanol
- Al “estimular la vía hedónica del cerebro directa e indirectamente,” señala el Dr. Lustig, “la fructosa crea habituación y una posible dependencia, al igual que el etanol.”
El Dr. Lustig concluyó:
“Por lo tanto, la fructosa induce alteraciones tanto en el metabolismo hepático (hígado) como en la señalización de energía del sistema nerviosos central, dando lugar a un “círculo vicioso” de consumo excesivo y enfermedad consistente con el síndrome metabólico. A nivel social, el tratamiento de la fructosa como una materia prima exhibe similitudes de mercado con el etanol.
Al igual que con el etanol, se necesitan esfuerzos sociales para reducir el consumo de fructosa para combatir la epidemia de obesidad.”
Fructosa Versus Alcohol: La Peligrosa Cascada Metabólica
Después de consumir una bebida alcohólica, el 10 por ciento del etanol es descompuesto por el estómago e intestino como un efecto de “primer paso” y el otro 10 por ciento es metabolizado por su cerebro y otros órganos. El hecho de que el etanol sea parcialmente metabolizado en su cerebro es la razón por la que experimenta ese “zumbido” tan familiar.
El 80 por ciento restantes llega al hígado, en donde debe descomponerse. Esta cascada metabólica puede resumirse de la siguiente forma:
Metabolismo del Etanol
- Su hígado convierte el etanol en aldehídos, que producen radicales libres que dañan las proteínas en el hígado.
- Algunos de estos aldehídos son convertidos en glucosa, pero en el proceso se forma una gran cantidad de citrato, estimulando “sustancias químicas basura” que dan lugar a ácidos grasos libres (FFAs), VLDL (partículas de LDL más pequeñas y densas (colesterol malo) que estimulan la formación de placa arterial) y triglicéridos.
Una ingesta de 120 calorías de etanol producen VLDL que son transportadas por sus células de grasa y contribuyen con la obesidad y formación de placa. Esto es lo que da lugar a una dislipidemia del alcoholismo.
- Los lípidos resultantes, junto con el etanol, regulan excesivamente las enzimas que inducen una cascada inflamatoria, lo que a su vez causa resistencia a la insulina hepática, inflamación hepática y cirrosis.
- Los glóbulos de grasa también se acumulan en el hígado, lo que puede causar enfermedad del hígado graso.
- Los ácidos grasos libres (FFAs) dejan el hígado y hacen que los músculos esqueléticos se vuelvan resistentes a la insulina. Esta es una peor forma de resistencia a la insulina que la resistencia a la insulina hepática y puede causar diabetes tipo 2.
- Después de una dosis sugerida de 120 calorías de etanol, una gran fracción (cerca de 40 calorías) pueden contribuir con la enfermedad.
En casi todas las formas, la fructosa se metaboliza de la misma forma que el etanol, creando la misma cascada de efectos dañinos en su cuerpo. Cuando consume fructosa, el 100 por ciento se va directamente a su hígado para ser metabolizada. Esta es la razón por la que se convierte en hepatotoxina cuando es consumida en exceso – sobrecarga su hígado. El metabolismo de la fructosa crea los siguientes efectos adversos:
Metabolismo de la Fructosa
- Cuando la fructosa llega al hígado, inmediatamente es convertida en fructosa-1-fosfato (F1P), agotando sus células hepáticas de fosfato.
- El proceso mencionado produce productos de desecho en forma de ácido úrico. El ácido úrico bloquea una enzima que produce óxido nítrico. El óxido nítrico es el regulador natural de presión arterial de su cuerpo, especialmente importante para una completa dilatación del revestimiento de las arterias conocido como endotelio.
Así que cuando se bloquea, sus arterias no se dilatan por completo, creando una mayor carga en su corazón y aumentando su presión arterial – dando lugar a la hipertensión crónica. Los niveles elevados de ácido úrico pueden depositarse en los tejidos blandos causan inflamación dolorosa, especialmente gota.
- Casi toda la F1P se convierte en piruvato, que termina como citrato, lo que puede causar lipogénesis de novo, los productos finales que son FFAs, VLDLs y triglicéridos. El resultado – hiperlipidemia.
- La fructosa estimula el g-3-p (glicerol activo), que es la molécula crucial para convertir los FFAs en triglicéridos dentro de sus células de grasa. La tasa de deposición de grasa en las células de grasa depende de la presencia de g-3-p. Mientras más g-3-p disponible, se deposita más grasa. La fructosa es el carbohidrato que más eficientemente puede convertirse en g-3-p. En otras palabras, la fructosa es el carbohidrato más lopófilo (productor de grasa).
- Los FFAs son sacados de su hígado y llevados al músculo esquelético, causando resistencia a la insulina en el músculo esquelético.
- Algunos FFAs se quedan en su hígado, dando lugar a una acumulación de grasa, resistencia a la insulina hepática yenfermedad del hígado graso no-alcohólica (NAFLD).
- La resistencia a la insulina daña su páncreas, que a su vez bombea más insulina en respuesta al aumento de azúcar en la sangre, ya que sus células no son capaces de obtener el azúcar del torrente sanguíneo y esto puede progresar a diabetes tipo 2.
- Al igual que con la dosis sugerida de etanol, una dosis sugerida de 120 calorías de fructosa, una gran fracción (otra vez, cerca de 40 calorías) contribuye directamente con la enfermedad.
Como puede ver, al comparar el metabolismo de la fructosa con el metabolismo del etanol, que son muy similares. De hecho, cuando compara el metabolismo de 150 calorías de soda con el de 150 calorías de cerveza (una lata de 12 onzas cada una), cerca de 90 calorías llegan al hígado en ambos casos.
La fructosa causa casi el mismo efecto tóxico que el etanol porque ambos provienen de la fermentación de azúcar. Tanto el metabolismo del etanol como el de la fructosa causan adiposidad visceral (grasa en el vientre), resistencia a la insulina y síndrome metabólico.
Los Efectos de Salud Causados por el Consumo Excesivo de Fructosa Son Muy Similares a los Efectos de Salud Causados por el Consumo Excesivo de Alcohol
El Dr. Lustig utiliza el término “toxina hepática” para describir a la fructosa, pero él también señala que no es la fructosa en sí la que es tóxica. Hay casos en los que su cuerpo puede utilizarla, por ejemplo, después de hacer ejercicio o cuando hay agotamiento de glucógeno inducido por el ayuno. El problema es que la mayoría de las personas la consume en exceso y es allí cuando se vuelve tóxica por virtud del hecho de que su cuerpo no puede utilizarla en exceso.
Simplemente se va a las células y es almacenada en forma de grasa. Así que son las dosis masivas a las que se expone lo que la hacen peligrosa.
Cuando compara los resultados de salud de la fructosa con los del consumo de alcohol, terminará viendo un patrón muy similar – ¡las enfermedades que causa son prácticamente idénticas!
Consumo Crónico de Etanol Consumo Crónico de Fructosa Hipertensión Hipertensión ardiomiopatía Infarto al miocardio Dislipidemia Dislipidemia Pancreatitis Pancreatitis Obesidad Obesidad Disfunción hepática (ASH) Disfunción hepática (NASH) Síndrome de alcoholismo fetal Resistencia a la insulina fetal Adicción Habituación, de no ser que adicción En realidad, la literatura científica muestra que la fructosa podría ser mucho pero que el etanol en su impacto negativo de amplio alcance en la salud humana. Hay al menos 70 problemas de salud relacionados con el consumo de la fructosa, además de los ocho enlistado en la tabla de arriba.2
La Fructosa Estimula el Cerebro Como Otros Narcóticos
La fructosa y el etanol tienen efectos narcóticos inmediatos relacionados con sus propiedades dopaminérgicas.
De la misma forma en la que el alcohol puede causar un consumo excesivo compulsivo, la fructosa tiende a generar una sensación insaciable e intensa de placentera dulzura, lo que nos lleva a consumir mucho más de lo que nuestro cuerpo puede manejar; incluso a pesar de que daña múltiples sistemas de órganos, algunas personas en Estados Unidos consumen más de una libra de esta sustancia al día, aparentemente incapaces de reconocer la forma en la que sus efectos similares a los narcóticos pueden reducir dramáticamente tanto la duración como la calidad de vida.
Quizá existe una razón biológica más profunda detrás de esta devastadora fijación por la fructosa. De hecho, además de la actividad de modulación de la dopamina de la fructosa parece ser que hay una relación fructosa-opiáceos dentro de la biología de los mamíferos, que ha sido objeto de investigación científica desde finales de la década de los 80s.
Un estudio publicado en European Journal of Pharmacology en 1988 encontró que tanto la glucosa como la fructosa son capaces de antagonizar los efectos de los analgésicos inducidos por la morfina, probablemente debido a los efectos opioides directos de estos azúcares o de sus subproductos metabólicos en el sistema nervioso central.3
De hecho, los investigadores encontraron que la fructosa era más potente que la glucosa en lograr estos efectos. ¿La adicción a la fructosa podría ser más fuerte que la adicción al alcohol? Para las personas que no saben mucho sobre este tema y siguen consumiendo grandes cantidades todos los días, quizá la mejor forma de averiguarlo sería eliminando su consumo por completo y ver si se presentan los síntomas de la abstinencia.
Grupo Contra el Cáncer Pide a los Estados Unidos Estudiar las Bebidas Azucaradas, Obesidad
La American Cancer Society ha pedido a la Directiva General de Salud Pública de los Estados Unidos completar un “reporte completo e imparcial sobre el impacto de las bebidas endulzadas con azúcar…”
La soda, que está cargada de azúcar principalmente en forma de jarabe de maíz de alta fructosa (JMAF). Hace casi 100 años, el estadounidense promedio consumía tan sólo 15 gramos de fructosa al día, principalmente en forma de frutas. Cien años más tarde, una cuarta parte de los estadounidenses están consumiendo más de 135 gramos al día, en gran parte en forma de soda.
La fructosa consumida a dosis consumidas por nuestros ancestros, cerca de 15 gramos al día, parece ser inofensiva (a menos que tenga niveles elevados de ácido úrico).
Sin embargo, casi cinco veces esa cantidad, que es lo que consume el estadounidense promedio, se vuelve un factor de la obesidad y prácticamente todas las enfermedades degenerativas crónicas. En lugar de consistir en 55 por ciento fructosa y 45 por ciento glucosa, muchas marcas de sodas, incluyendo Coca, Pepsi y Sprite, contienen hasta un 65 por ciento de fructosa, casi 20 por ciento más contenido de lo que se pensaba originalmente.
De acuerdo con un estudio, el contenido promedio de fructosa de las 23 sodas analizadas fue de 59 por ciento – un mayor porcentaje de lo afirmado por la industria.4 Y varias marcas importantes contenían JMAF que es 65% fructosa. Cuando consideramos que las personas en Estados Unidos toman más de 57 galones de soda al año,5 esta diferencia en el contenido real de fructosa podría hacer una gran diferencia en su salud.
De cualquier forma, el llamado para investigar lo que estas bebidas están haciendo con la salud pública en realidad ya tiene mucho tiempo, especialmente considerando las investigaciones que ya se han hecho sobre este tema:
- El Dr. David Ludwig de Boston Children Hospital llevó a cabo un estudio sobre los efectos de las bebidas endulzadas con azúcar en la obesidad en niños. Encontró que por cada porción adicional de una bebida endulzada con azúcar, aumentaban tanto el índice de masa corporal como las probabilidades de obesidad.6
- El Estudio Fizzy Drink en Christchirch, Inglaterra investigó los efectos de la obesidad cuando quitaban las máquinas de refresco de las escuelas durante un año. En las escuelas en las que quitaron las máquinas, la obesidad se mantuvo constante. En las escuelas en las que dejaron las máquinas, la obesidad continúo aumentando.7
- En un estudio llevado a cabo en el 2009, 16 voluntarios fueron alimentados con una dieta controlada que incluía niveles elevados de fructosa. Diez semanas después, los voluntarios habían producido nuevas células de grasa alrededor de sus corazones, hígados y otros órganos digestivos.8 Además, sus niveles de insulina aumentaron y la sensibilidad a la insulina se redujo, lo que sugiere un vínculo con la diabetes. Un segundo grupo de voluntarios que fue alimentado con una dieta similar, pero remplazando la fructosa con glucosa, no tuvo estos problemas.
- La fructosa probablemente también es la culpable detrás de que millones de niños en Estados Unidos estén batallando con la enfermedad de hígado graso no alcohólica, que es causada por una acumulación patológica de grasa en las células hepáticas.