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El papel del DHA en el desarrollo del cerebro

El papel del DHA en el desarrollo del cerebro

Los ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga (LC-PUFA), entre los que se encuentran el ácido docosahexaenoico (DHA) y el ácido araquidónico (AA), se incorporan a los fosfolípidos de las membranas y, además de su función estructural en las mismas, también actúan como precursores de moléculas de señalización autocoideas (por ejemplo, los docosanoides) y como potentes activadores de una serie de factores de transcripción génica (por ejemplo, los receptores activados por proliferación de peroxisomas). En general, la esencialidad de los AGPI n-3 se debe principalmente a la incorporación de DHA en niveles excepcionalmente altos en el sistema nervioso central, aunque el DHA se incorpora en la mayoría de los demás tejidos, donde también puede tener importantes efectos funcionales.

En general, la composición de PUFA de la membrana (cuyos principales componentes son el ácido linoleico (LA), el AA y el DHA) parece responder más al DHA en la dieta que a la ingesta de LA y AA [1]. Los estudios con animales han demostrado que un aumento del ácido α-linolénico (ALA) en la dieta se refleja casi por completo en la relación n-3/n-6 PUFA de la membrana con una ingesta de LA/ALA de <10, mientras que el equilibrio dietético entre ALA y LA tiene poca influencia con una ingesta mayor de ALA, y también se observa una respuesta bifásica similar en las dietas que contienen LC-PUFA [2]. Estos resultados muestran una alta sensibilidad de las membranas de los tejidos a las variaciones dietéticas en el suministro de PUFA dentro del rango normal, favoreciendo fuertemente la incorporación de n-3 LC-PUFA sobre LA y AA. En el caso de una deficiencia dietética de AGPI n-3, hay una tendencia a sustituir el DHA por los equivalentes de AGPI n-6 más cercanos, mientras que se observan pocos cambios en el caso de la falta recíproca de AGPI n-6 en la dieta [3,4]. Así pues, los PUFA n-3 parecen ser el principal determinante de la composición e insaturación de los PUFA de la membrana. Se ha demostrado que la incorporación de DHA a la membrana en diferentes tejidos, por ejemplo, en los eritrocitos (RBC), depende de la dieta, principalmente de la ingesta de pescado y, en los lactantes, también de la lactancia materna, pero también se apoya en cierta medida en el DHA formado endógenamente por desaturación y elongación del ALA. Esta conversión está limitada por el paso enzimático de la delta-6 desaturasa, que generalmente tiene una baja eficiencia, pero se ha demostrado que la tasa de conversión se ve afectada por la configuración genética en el grupo de genes de la desaturasa de ácidos grasos (FADS) y que varía en función de la edad y los niveles circulantes de hormonas sexuales.

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